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Saturday, July 08, 2006

Para los que no saben de qué estamos hablando ( versión original, creo)

La leyenda de Tres Lagunas

Dos hermanos, hijos de un poderoso cacique araucano de la región, se habían enamorado de una misma joven cuya hermosura era ponderada en forma que igualaba a Pirepillán, la ciudad hechicera de las nieves andinas.
La cándida niña, que todavía no alcanzaba a comprender lo que era amor, jugaba con el cariño de los mozos, igual que el "Pichi Thapial" juega con la presa que luego ha de devorar.
No entendía la joven que con ese peligroso juego exageraba cada día más la pasión salvaje que por ella sentían los hermanos.
Con respuestas oportunas contestaba los requerimientos amorosos de los apuestos mancebos... "soy joven - les decía - no me hablen de amor porque todavía no he pensado en ello... Quiero un tiempo más ser libre como las aves que surcan el infinito cielo... Déjenme en libertad para divertirme, que hay tiempo para amar..." Y con delicado gestos, despedíales con esperanza.
Por esa época habían llegado desde el lejano país de allende el mar, unos hombres blancos que desde el primer momento se mostraron malos e insaciables, los que no contentos con arrebatarles las mejores tierras, trataban ahora de extender sus dominios de forma que a los indios no le quedarían más que los ojos para llorar sus desventuras.
Ante tan tremenda amenaza los gobiernos de la tribu habían decidido la guerra a muerte contra ese invasor.
Esta no sería una de las tantas guerrillas a las que estaban acostumbrados, sino que era una guerra grande y contra un enemigo poderoso y valiente en la que muchos indios morirían; y fue por ello que los hermanos redoblaron exigentes una decisión terminante de la doncella, antes de partir para esa expedición de donde probablemente no regresarían.
"Los amo a los dos por igual, pero con el amor de hermanos... Y los quiero de igual forma que quiero a mis padres..." fue la contestación de la joven.

Pueden figurarse que por ventura mi corazón entregaría a algunos de ustedes, mis valientes hermanos, truncando las esperanzas del no elegido..."Sigamos viviendo el sueño de una dicha imposible hasta que nuestros dioses decidan sobre nuestros destinos..." - terminó diciendo y presurosa se refugió en su tienda como si un temor supersticioso invadiese su corazón. Profundamente consternados los hermanos quedaron parados frente a frente. Sus centelleantes miradas se encontraron y el pensar fue el mismo. Dirimirían en singular combate la posesión de la prenda de sus afanes. El que quedara con vida la haría suya.
Llegó la noche. En el campamento todos dormían. El silencio era únicamente interrumpido por el graznido chillar de la lechuza fatídica que parecía agorar la tragedia que se avecinaba.
Empuñando sus terribles lanzas los hermanos montaron en sus corceles de guerra y sigilosamente se alejaron del lugar hasta llegar al pie de un médano solitario, en donde después de darse un fraternal abrazo como señal de que ni el dolor, ni el rencor animaban sus acciones, se aprestaron a luchar hasta la muerte por el amor de una mujer que no podía ser de los dos.
Largo fue el combate, pues los hombres eran aguerridos y valientes hasta que cubiertos de múltiples heridas, se separaron alejados de sus montas, para caer finalmente muertos en diferentes sitios. Al amanecer llegaron a los toldos de sus dueños los caballos de los hermanos con las monturas tintas de sangre como señal de que algo grave había sucedido. Presintiendo la tragedia, la doncella corrió por el campo hasta dar con los cadáveres de sus pretendientes. Loca de desesperación y de espanto, empezó a vagar por la llanura hasta caer muerta de pena y de dolor.
El viento empezó a socavar la tierra que servía de lecho de los cadáveres, formándose un pequeño pocito donde se hizo un charquito con la primera lluvia, el que se fue agrandando con las subsiguientes, hasta convertirse en las TRES LAGUNAS que conocemos, las que son para los araucanos símbolos de amor, sacrificio y hermandad hasta mas allá de la muerte. Y es por eso que cuando pasaban por el lugar, jamás dejaban de beber agua en algunas de ellas.

TOPONIMA INDÍGENA BONAERENSE
ELISEO A. TELLO

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